Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj
¿Cuánto pasa el tiempo?... Solo el reloj puede decirnos. ¿Todo lo que guarda? , ¿cómo puede medirlo?. Segundos, minutos y horas… ¿En eso quedan mis momentos?. Quizá quien lo inventó jamás pensó cuán dependientes seríamos él de mí y yo de él. Acaso no se percató que él, tan delicado y reservado, me concedería las respuestas a mis preguntas, porqué no contempló que tan pequeño e insignificante ente fuera a ser la eternidad en mis angustias y la fugacidad en mis alegrías. Sin embargo, que habría sido de mi, sin él, como recordaría yo aquella hora dieciséis en la que sin saber porqué simplemente lo miré y el tan él ingenuamente me llevó, me llevó… La infinidad de mis instantes, la cúspide de mis momentos, la oportunidad de renacer, renovar y revivir existía en mi. Y ahí estaba yo. Y él seguía ahí. No me dejaba, no se marchaba, no se paraba. Seguía adelante como si nada. Y aquí sigue el, midiendo mi vida. Y aquí sigo yo renovando su vida, dándole cuerda al reloj.
Instrucciones para dar cuerda al reloj
Aquí sigo yo una vez más, reviviendo tu vida y mis momentos por igual. Solo dos dedos son necesarios para darte cuerda y entender como tú, solo dos elementos utilizas para medir mi realidad.
Giro suavemente la llave y tu apariencia insignificante comienza a dar un aspecto de fortaleza y fervor, pues mis angustias desaparecen al dar paso a una nueva dimensión.
Abrazado a mi muñeca percibo el correr del tiempo, y recordando aquella hora dieciséis a la que no puedo retornar con solo girar la corona hacia atrás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario