Toda
mi vida estuve enamorada de Pedro Páramo, nunca nadie lo supo, ni siquiera
Dolores mi mejor amiga. Éramos muy jóvenes cuando me enteré de la noticia que
no solo volcó mi vida 360 grados, sino que destrozó mi corazón en miles de
pedazos, Dolores se casaría con Pedro Páramo.
Recuerdo
ese día cuando llegó Dolores a contarme
la buena nueva, me dijo que se casaría en solo dos días, que el día de ayer
Fulgor el ayudante de Pedro Páramo había ido a su casa a pedirle la mano a su
padre y que él con emoción y orgullo la había entregado al hombre más
importante de Comala.
Cuando
me empezó a contar todo, yo tenía una sonrisa en mi cara, pero el nudo en la
garganta que se iba formando no me dejó mucho para decirle, solo unas pocas
palabras que traté me salieran con un acento de alegría.
Al
salir Dolores de mi casa, solo me quedaba llorar, me senté en una pequeña
mecedora que tenía mi madre en su pieza y las lágrimas brotaron por mi cara
como si algo por dentro me estuviera destrozando. Estaba ahogada de tanto
llorar, pero tenía que hacerlo en silencio y tratar de disimular, no quería que
nadie se enterara de mi situación, pues al fin y al cabo si había decidido amar
en silencio, me tenía que conformar a sufrir en soledad.
La
fecha se acercaba y yo en mi pensamiento solo quería detener el tiempo para que la fecha anhelada
por mi amiga, no se convirtiera en mi pesadilla.
Dos
días pasaron y Dolores vestida de blanco llegó a la iglesia, ella con una
sonrisa en la cara se iba acercando a Pedro Páramo que siempre se mostró frio ante
ésta situación. Culminada la ceremonia fui a felicitar a la nueva pareja de
esposos, cuando abracé a Dolores, ella preocupada me dijo “Eduviges, hoy no
puedo entregarme a Pedro, por favor hazte pasar por mí”. Quedé atónita después
de estas palabras, no sabía que decir o cómo reaccionar, tenía que aparentar
estar sorprendida, pero la emoción de saber que iba a estar a solas con Pedro
Páramo me invadió, no veía la hora de que la celebración se acabara y estar con
el hombre que siempre había amado en silencio.
Culminando
la fiesta, Dolores salió abrazada de Pedro Páramo a celebrar la unión que
acababan de consolidar, al llegar a la
pieza, Pedro pasado de copas empezó a desnudarse mientras Dolores salía y yo
entraba.
Lo
que tanto había soñado estaba a punto de pasar, me iba a entregar a Pedro
Páramo así el estuviera casado con otra, él en su borrachera ni siquiera se
percató de que yo era Eduviges y me
comenzó a quitar el vestido rosado que había utilizado para ir a esta
celebración, lo tenía tan cerca pero a la vez tan lejos, me estaba entregando a
alguien al que yo no le pertenecía.
Cuando
se acercó a darme un beso, cayó a la cama como una piedra, Pedro Páramo se
había quedado dormido en el momento que yo tocaría sus labios.
Esa
noche no pasó nada, él estuvo dormido mientras yo lo miraba fijamente. Cuando
el sol empezó a salir, salí de la habitación para que no me viera y Dolores entró
a ésta para hacerlo pensar que habían estado juntos.
Pasó
el tiempo y no amé a nadie más.
Así
pues, “hubo tantos años que no alzaba la cara, que me olvidé del cielo”, solo
por amar en silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario