Un
día nuevo comenzaba y como siempre Gabrielle asomada desde su pequeña ventana en
el hotel Ritz en Paris , escuchaba como la segunda guerra mundial no sólo
dejaba en quiebra sus tiendas, sino que mataba sus esperanzas en el amor al
enterarse que su pareja era espía nazi. Esta ventana pequeña pero de la cual se
veía mucho a su alrededor, le recordaba ese convento al que llegó empezando su
vida en Aubazine desde donde olvidaba
todas sus penas al ver el sol salir cada día.
Tiempo
atrás, Gabrielle era una pequeña niña de 5 años, cuya madre acababa de morir y
cuyo padre siempre pensó que la responsabilidad de cuidar hijos es sólo deber
de la madre; al tener este pensamiento no le quedó remedio que dejar a sus tres
hijas internadas en un convento religioso.
Los
días pasaban y Gabrielle hacía los deberes del hogar, limpiaba, cocinaba pero
sobretodo cocía, en cada puntada sentía pasión, era como si poco a poco cociera
esos sentimientos que destrozados dentro de ella la hacían un ser frio, un ser
que no entendía porque teniendo un padre estaba metida en esas cuatro paredes,
le tenía miedo a ser amada pues al fin y al cabo nunca lo sintió por parte de
sus familiares, confundió la palabra amor con la palabra rechazo.
Los
años pasaban y Gabrielle cumplió su mayoría de edad, su hermana mayor ya había
dejado ese convento un año antes, por lo tanto ella siguió sus pasos y se fue
con ella a vivir a un pequeño apartamento al sur de Francia. Aquí Gabrielle
acompañada pero a la vez sola seguía encontrando en la costura una salida a sus
miedos, una compañía después de ser rechazada hasta por su padre, una decisión
que por primera vez tomaba por cuenta propia, su vida empezaba a tomar rumbo y
la costura era su única preocupación. Al no tener los suficientes medios
económicos para comprar hilos para sus costuras, decidió trabajar en un café,
en este fue admirada por su gran belleza y sobre todo por su hermosa voz al
cantar. Era conocida por entonar una bella melodía sobre un perro llamado Coco;
esta canción al ser cantada diariamente por Gabrielle hizo que los que
frecuentaban este café la empezaran a llamar Coco haciendo alusión a su gran
presentación.
Gracias
a este trabajo fue que Gabrielle más conocida ahora como Coco, tuvo suficiente
plata para comprar sus hilos y tejer horas y horas en un escape silencioso pero
acogedor. Transcurría un tiempo en donde la mujer usaba trajes pesados, ceñidos
al cuerpo, los corsés invadían el mercado y la incomodidad era la que reinaba.
Así fue como Coco con su mentalidad arrolladora e innovadora decidió hacer
prendas más ligeras de llevar, donde la comodidad era lo primordial y donde las
mujeres podían llevar algo más sport sin perder la elegancia.
En
su pequeño taller que era más como su mundo perfecto, empezaron a llegar
mujeres de la alta sociedad para que ella les hiciera sus trajes. En una de esas visitas conoció a un hombre
recién divorciado que pasaba por su taller y que quedó anonadado al ver su
manera ágil de innovar, ya que ningún vestido era igual a otro, es decir, eran
únicos.
Comenzaron
a salir y la química empezó a hacer efecto. Coco no sabía si era amor lo que
sentía, pues nunca antes lo había experimentado. El tiempo transcurrió y mientras la pareja pasaba tiempo juntos su
hermana mayor, aquella mujer que días antes había tenido una niña, murió a
causa de una extraña enfermedad. Coco vio en su sobrina un reflejo de ella y al
no querer que repitiera su historia, decidió llevarla consigo a vivir junto a su
prometido. El día que iban a oficializar su compromiso, Coco con un vestido
blanco y unas perlas regaladas por su prometido, cayó desconsolada al saber que
éste a causa de un infarto había muerto.
Coco
pensó de nuevo que el amor nació para rechazarla.
Nunca
en su vida volvió a oficializar una relación, prefirió tener amantes quienes le
ayudaron a abrir sus tiendas “Chanel”.
Pasó
por muchos hombres; casados principalmente, pues sentía que ser infiel era la
única manera de no sentir amor directamente, por lo tanto, el rechazo no llegaría tan bruscamente.
La
segunda guerra mundial llegó como un tornado destructor, en ese momento tenía
una relación con un hombre de la alta sociedad alemana, él trabajaba por y para
su país. Al involucrarse tanto,
participo en el movimiento Nazi, pero Coco Chanel al estar cegada por lo que
ella creía que era amor, pero era más que todo una compañía, se resguardo en el
hotel Ritz en París en donde de nuevo, estaba encerrada en cuatro paredes,
tejiendo más que una tela, sus propios sentimientos rotos.
Fue de nuevo abandonada, esta vez en un hotel
cinco estrellas.
En
esa misma ventana, la única en su habitación asomada sin uso de razón y con un
dolor en el corazón que ya era costumbre, Gabrielle la niña que desde pequeña
creció en soledad, que se convirtió en Coco por una canción, que no creyó en el
amor, murió como Chanel una musa de inspiración.
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